Y cuando me extravié en la luna, fue así como hundirme en una colina de nieve, ni mi sombra aquel día se decidió por quedarse conmigo; pero ahí estaba yo, siempre obstinado, tratando de encontrar mi gran aventura. Todo se sentía tan pesado, de modo que supuse al principio que se trataba de una pesadilla, pero no, en realidad había dejado atrás a mis amigos; el aire no sabía tan puro como lo señalaba el tanque, todo se sentía tan artificial, es decir parecía que las cosas nunca morían, ni siquiera envejecían (excepto yo), seguían inmóviles. Pero de pronto escuché voces altas detrás de un inmenso montículo de arena, sí, debían ser con quienes iba a tener mi gran aventura; ah, sus voces hicieron que se me fuera el cansancio, entonces corrí a cámara lenta en su búsqueda.
Mientras subía el monte se hacían más notorias sus conversaciones. Una gran suerte – pensé – pues lo hacían en mi idioma. Las conversaciones se mezclaban como en una plaza, hablaban de los hijos, de la fruta, del arriero, también se escuchaba al mendigo pidiendo un pedazo de pan; estaba ahí también el repartidor de diarios pregonaba la corrupción de los políticos, luego se escuchó como crujía su bicicleta, la campanilla no volvió a sonar. Escuché después las sierras, el taladro y un río espeso en el fondo como si se estuviera desbordando. Oí latidos cálidos, supongo que eran de muchísima gente pues se escuchaban estentóreamente, eran los corazones revolucionarios. Y por último escuché al colibrí, y claro pensé en las flores, en las flores que jamás crecerían en este desierto inundado de invierno.
Seguí subiendo, aquel circo del otro lado me llamaba a gritos, era el manicomio donde esperaba internarme y vivir mi gran aventura; al fin pude ver la cima y en ella se veía una el marco de una ventana, sí, efectivamente cuando llegué comprobé que era una ventana, tal vez de algún módulo lunar que se estrelló, qué sé yo, no importaba su origen. El punto es que cuando me acerqué y observé a través de su cristal esperando hallar a todos quienes conformarían mi gran aventura, pude verla. Ahí estaba mi Tierra con su sangre tan azul.
1 comentarios:
Excelente narración O tal vez un sueño, en todo caso así debe ser estar paseando por la "luna" que al parecer es una metáfora de un imigrante que trata de encontrar el sueño americano "su gran aventura" pero solo halla desolación y extraña tanto su hogar.
Publicar un comentario