Desde el Baúl de Saúl
Las pirañas se abrazan de los pies cansados
el sombrero no remplaza la arruga al sol malvado
y en sus callos agotados se sujetan como espinas
las secuelas asesinas de un volcán en ruinas.*
Es el cuento de Saúl un esclavo de las colinas,
de la reina del tul, dueña de la dorada mina.
Él regresa teñido en rojo, le han robado un ojo
camuflado entre las bestias se acurruca en su cerrojo,
pero el látigo no se cansa sino existe alabanza,
cuando el marqués avanza un infierno en ansias
¿Cuántos días no come Saúl?
¿Cuántas noches encerradas en el baúl?
junto a sus padres, cruel hado que traza el hambre
por la ilógica esclavitud que lo incendia a plenitud,
Sí, Saúl quema su alma esperando hallar la calma
y mientras el fuego envenena al pasto,
la mina se desploma en el holocausto.
Su sombrero vuela entre el trigo marchito,
un paisaje pintado con gritos,
la casona pendiendo, un caldero en el frío
sus grilletes han quedado vacíos.
Porque la libertad se alcanza en la muerte
el gran sueño de la gente sin suerte.
Y Saúl ríe en la obscura ceniza
que viaja con el soplar de la brisa.
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